...En la
noche, Leticia se levantaba, abría su ventana para sentir el olor a musgo y a
hojas secas sobre la tierra húmeda del bosque. Miraba la luna y alzaba el
vuelo. Regresaba unas horas antes de la madrugada y se refugiaba en su hogar
hasta la noche siguiente. No tenía ni la menor idea de los comentarios que sus
vuelos nocturnos habían empezado a provocar entre sus vecinos a quienes, por
cierto, aún no conocía.